Hay que encontrar un género de elogios mecánicos que, a diferencia de los malos elogios comunes y corrientes, sean mecánicos de verdad, es decir, fabricados con una máquina, de preferencia electrónica.

Gabriel Zaid, Cómo leer en bicicleta

Durante mi trayectoria como bloguero, y como tuiteador, distintos medios de comunicación han hecho reseñas sobre mi trabajo.

A continuación, una muestra de las que más me han conmovido:

“@ganstotw es el tuitero más ingenioso, audaz y sexualmente atractivo, que haya nacido en 1983, que viva en Neza, que no tenga novia y que haya hecho una tesis sobre El Santo. ¡Es único!”.

Periódico Metro-sexual

“Después de Carlos Fuentes, no ha habido un tuitero que haya cometido menos faltas de ortografía en sus tuits, entre las 17:15 y las 17:30 del 14 de abril del 2009, que @gansotw ¡Impactante!”.

Periódico Deforma

“Nunca nadie, ni Borges ni Juan Villoro, logró subir más textos a La Casa del Ganso que @gansotw. ¡Alucinante!”

Periódico El (porno) Gráfico

“Nunca en la historia del bloguerismo mexicano, hubo un personaje como @gansotw, que teniendo un padre calvo, y habiendo comido gorditas frente a la FES Aragón, para luego titularse en el 2007, y escribir un post sobre torteadas en el Metro, tuviese un mayor dominio del monólogo subjetivo, expresado por una marmota. ¡Sorprendente!”

Revista H para Hermafroditas

Y por último, la reseña de una chica con la que compartí alcoba el año pasado:

“Durante mi vida sexual, nadie me había dado tanto placer, en un hotel barato del Centro, un miércoles de ceniza del 2008, entre las 9:00 am y las 9:05 am, como @gansotw. ¡Qué aguante!"

Además de tuitear como junkie, y de ver soft-porno como junkie, y de comer panditas como junkie, he leído mucho en los últimos meses. De ahí que quiera hablares un poco sobre mis lecturas, y sobre la roncha que me salió en la entrepierna. Aunque, creo que el segundo tema lo guardamos para Navidad. Por ahora nos quedamos con la literatura. Sí, mejor.

Aclaro que no soy crítico literario, ni ensayista, ni Carlos Monsiváis. No huelo a pipí de gato, no insistan. Sólo soy un hombre que lee ficción. Y que habla sobre ello. Punto.

Ahora, como dijo el descuartizador, vamos por partes.


Grandes Esperanzas



Me lo leí como en 15 viajes de Metro. Es obra de un tal Dickens. Tal vez lo recuerdan por proyectos como Cuento de Navidad, u Oliver Twist. No ha publicado mucho últimamente. Cuando mueren, los escritores se vuelven flojos. Pero bueno.

Grandes Esperanzas narra la historia del pequeño Pip. Que es pobre, huérfano, y para colmo tiene una hermana malosa. Ay, pobre Pip. Además vive cerca de un pantano. Su destino es convertirse en herrero… pero un día, tómala barbón, recibe una misteriosa herencia. Y conoce a una chava que también es malosa, pero está bien guapetona, así que se enamora de ella, y se pone como meta convertirse en todo un gentleman.

Pero la vida no es fácil (nadie nos prometió un jardín de rosas). Giros inesperados, que harían palidecer a los guionistas de Lost, meten a Pip en muchos aprietos.

Quizá la historia, a estas alturas el 2009, pueda parecernos anticuada –es del siglo XIX-, o lenta. Pero dándole su tiempo, nos regala muchas sorpresas. Mucho mejor que chutarse la telenovela de Belinda.

La Sombra del Viento



Fue la Concharra quien me habló maravillas de esta novela de Carlos Ruiz Zafón. Entonces, yo se la recomendé a mi amiga Elvia, y ella se la regaló a una amiga suya, y luego esa amiga se la prestó a mi amiga, y ella me la prestó a mí. Uff. ¿Entendieron?

Tuiteando con @chilangelina, coincidimos en que La Sombra del Viento tiene un vocabulario muy rico, lleno de palabras que ya nadie usa, que están como empolvadas, y que valdría la pena retomar.

La trama es de puritito suspenso. Una de esas historias en que uno tiene que leer hasta la última página para saber quién es el asesino (no es Darth Vader, de una vez les digo).

El protagonista es Daniel Sempere, un morrito que le promete a su padre mantener viva una vieja tradición familiar, y cuidar alguno de los ejemplares del Cementerio de los Libros Olvidados.

Daniel elige, por azar, una novela titulada “La Sombra del Viento”. Resulta que es un libro rarísimo. Quedan muy pocas copias, debido a que un hombre que se ha empecinado en quemar cada una de ellas. Además su autor, Julián Carax, murió en circunstancias bastante farragosas.

Al tratar de resolver el misterio, Daniel se va topando con personajes y circunstancias acá bien acá, que a uno lo mantienen bastante entretenido.

La Sombra del Viento tiene como escenario principal la ciudad de Barcelona. Ocurre durante los años posteriores a la Guerra Civil Española. De hecho, es una crítica al franquismo, o a cualquier régimen autoritario.

Este libro ha vendido, según Wikipedia, más de 10 millones de copias. Entonces, seguro lo han leído. Si no, les recomiendo que lo hagan.


Crepúsculo/Amanecer


En los próximos días inundará todas las salas de cine la segunda parte de la saga de vampiros adolescentes, titulada Amanecer. ¿Será tan mala como su antecesora? Ya lo creo. Con todo y que Thom Yorke forme parte del soundtrack.

Las novelas no son mucho mejores. Leí Crepúsculo y Amanecer. De entrada, me parecieron bastante cursis. Pero supongo que yo no soy el target al que le tira este producto. Sin afanes misóginos, creo que está pensada para chavitas fresas, de esas que dibujan corazones con pluma de tinta rosa.

De hecho, la narración es el diario de una adolescente, de Bella, una chica común, ni muy fea ni muy guapa, algo torpe y antisocial. Al mudarse a otro pueblo, tiene que adaptarse a sus nuevos compañeros de escuela, al clima, a todo. Se siente un bicho raro. Algo muy común en los adolescentes, right?

Pero entonces, de la nada, un vampiro metrosexual (Edward), onda new age, se enamora de ella. Y ella también lo ama. Y se besan. Y andan. Y ay qué bonito. Hasta que su condición de vampiro pone en su riesgo a su amada. Ahí nos damos cuenta de que es un amor imposible -snifff-.

Eso pasa en Crepúsculo. En Amanecer, se agrega otro ingrediente: hombres lobo adolescentes. Y ahí tienen, un triángulo amoroso. Bella llora como Magdalena cuando el vampiro la corta. Entonces se pone emo. Ama tanto al vampiro, que no puede apreciar a Jacob, un hombre lobo, que a fin de cuentas sólo le sirve de paño de lágrimas.

Todo bien empalagoso. Con muy poca acción. Sin sexo salvaje. Aburriiiido. Pero bueno, yo soy un viejo amargoso. Puede que a ustedes, que todavía creen en el amor, les parezca una buena opción para leer en el baño.



Me falta hablar sobre cuatro libros: El Aleph, de Borges. Abril Rojo, de Santiago Roncagliolo. Kafka en la orilla, de Murakami. Y A Long Way Down, de Nick Hornby. Pero eso lo dejamos para el próximo dómingo, ¿va?

Ahora debo dormir. Y soñar con Katy Perry luciendo una tanga diminuta. Síganme en Twitter, no lo olviden: @gansotw Y ya.

Me aferré a la rutina. Me bañé a las 5 am. Comí algo (una quesadilla de queso amarillo). Caminé. Me subí al Metro. Pensé. No pude evitarlo. Pensé en lo que me ocurrió el día anterior. En lo mal que me sentí.

Subí al vagón. Traté de percibir el miedo, algún gesto sobre lo ocurrido el viernes en la estación Balderas. Pero todo lucía normal. Lunes. Bostezos. Los empujones por tratar de entrar. La chica de secundaria con el cabello mojado.

Lo más probable es que todos llevaran en la mente la imágen del asesino, del policía bancario, y de Cervantes Barrera. Junto a mí, hay un señor que trata de hacerse espacio. Me mete el codo. Trato de repelerlo.

En Salto del Agua, una oficial le aplica el detector de metales a una señora que carga una maleta voluminosa. Lo hace con un implemento que lleva escrita la palabra GARRETT. Todos volteamos a mirarla, anticipando que pronto nos tocará revisión.

Cerca de donde trabajo, sigo pensando. Pensando en que no estoy haciendo lo que quiero hacer. Pensando en una canción de Morrissey, en la que le pregunta a Dios cuándo estará donde debe estar, haciendo lo que debe hacer.

Pensando en que nunca he viajado en avión. O creo que sí, pero cuando era muy pequeño. No sé por qué, pero pienso en preguntarle a @liztix qué se siente volar en avión. Ella me responde ahora, a las 11:18 pm.

"Cuando va elevándose se siente como la rueda de la fortuna", me dice. "Cuando aterriza se siente el golpecito de las llantas pegando con el piso, y un ligero rebote, y ya".

Le saca de onda que le haga esa pregunta. Pero, no sé. Me surgió durante la mañana. Quizá como una de esas cosas que he querido hacer en algún momento, y que no he podido concretar.

Finalmente llego a trabajar. Mi amiga fresa , la de bubis enormes, está preocupada porque no encuentra pilas para su radio. Quiere escuchar el programa de Omar Chaparro. Yo me pongo los audífonos y le pongo a todo a los Pixies. Velouria.

Son las 7 de la mañana y hace algo de frío.

Hoy me sentí humillado. Triste. Y ya. PUNTO. Sigan chupando limón.

¿Nosotros forjamos nuestro destino? ¿O el destino forja nuestra realidad? ¿Por qué nos ocurren desgracias? ¿Karma? ¿El pago por errores del pasado? ¿O la fianza por un mejor futuro?

“Por sus pasadas o futuras virtudes, todo hombre es acreedor a toda bondad, pero también a toda traición, por sus infamias del pasado o del porvenir”, se lee en El Inmortal, de Jorge Luis Borges.

Mi familia ha tenido una muy mala “racha” en los últimos dos años. Mi padre se quedó sin empleo en el 2008. Un tío murió a principios del 2009.Y apenas hace unos días, asaltaron a mi tía y la dañaron físicamente. Para toda la vida.

Lo más probable es que no haya ninguna lógica entre esta serie de incidentes. Pero uno la busca. Mi padre me dice que tarde o temprano empezará a irnos bien. Que las cosas caen por su propio peso. Que somos buenas personas. Y uno se aferra a cualquier esperanza.

Como en El Inmortal, de Borges, quieres pensar que el mundo se basa en un sistema de compensaciones. En que “así como en los juegos de azar las cifras pares y las impares tienden al equilibrio”; de un momento a otro comenzaremos a tener suerte.

¿Fe ciega en el Deus Ex Machina? ¿Una forma cobarde de liberarte de toda responsabilidad y achacárselo todo al destino? Quizá hemos cometido omisiones que ahora estamos pagando.

Aunque también es probable que todo sea un absurdo. Que la vida se rija por la arbitrariedad. Que sea “un caos de palabras heterogéneas, un cuerpo de tigre o de toro, en el que pulularan monstruosamente, conjugados y odiándose, dientes, órganos y cabezas”.

Un laberinto borgiano.

Como sea, espero que pronto se aclare el panorama. Que mi tía se ponga bien. Que yo pueda encontrar un mejor empleo para ayudar a mi familia. Que la balanza se equilibre. Nada más.

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