Mañana la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas (JIFE) dará a conocer su informe sobre producción, tráfico y consumo de drogas a nivel mundial.

Habrá que ponerle atención, porque sus números darán más elementos para cuestionar la “guerra” contra el narco de Felipe Calderón, que tan sólo en el 2010 dejó más de 15,000 muertos, y que según varios analistas ni siquiera ha logrado disminuir la cifra de personas que consumen drogas en México.

Por lo pronto, hoy el JIFE (que hasta donde sé, ofrece resultados confiables) informó que Colombia ya no está en su lista negra de “observación especial”, porque ha tenido buenos resultados en la tarea de erradicar cultivos ilícitos, aunque no los suficientes para perder el título de principal productor de cocaína, a nivel mundial.

En el número más reciente de la revista Proceso, se da cuenta de un supuesto informe confidencial que el secretario de la Defensa mexicano, Guillermo Galván Galván, habría mostrado a un grupo de legisladores.

En él, se detalla la génesis, los liderazgos, y el modo de operar de las SIETE grandes organizaciones criminales que hay en el país: los Arellano Félix, los Beltrán Leyva, los Carrillo Fuentes, Los Zetas, La Familia Michoacana y los cárteles del Golfo y del Pacífico.

Además, se hace un repaso de la expansión de los cárteles mexicanos hacia el resto del continente:

“A finales de los noventa, tras el debilitamiento de las grandes organizaciones de narcotraficantes colombianas, las FARC asumieron el papel de ‘gran cártel colombiano’, continuando hasta la fecha con la coordinación para el tráfico de cocaína entre organizaciones mexicanas”.

“Desde el año 2003, los cárteles mexicanos redimensionaron su rol en el contexto regional, fortaleciendo su participación e influencia en países de Centro y Sudamérica, revirtiendo los papeles de ‘subordinación’ al de ‘dirección’”.

Por lo menos así lo confirma “su presencia en áreas de producción de cocaína en Colombia, Ecuador, Bolivia, Perú y Centroamérica para coordinar y controlar el transporte del estupefaciente”.

Esta información es un buen pretexto para tratar de delinear una radiografía de lo que ocurre en América Latina, respecto al tema de las drogas, porque aunque México es un caso emblemático, por los niveles de violencia de sus cárteles, y el poderío que han acumulado, el narcotráfico es un tema global, un entramado que recorre el continente, de norte a sur.

Cada país tiene características geográficas, económicas y sociales, que hacen que el tráfico de drogas, y sus consecuencias, adquieran características específicas. En el caso de México, la vecindad con Estados Unidos provoca que haya mayor demanda, que los cárteles luchen con mayor voracidad por satisfacerla, y que puedan obtener armas de forma más sencilla.

Pero también hay estragos comunes: el narcotráfico, donde quiera que se desarrolle, implica el establecimiento de poderes fácticos, que buscan imponer su ley por medio de la violencia, o la compra de autoridades. De ahí que muchos apoyen la legalización de las drogas, como medida para golpear el negocio de los grupos criminales, y mitigar su desarrollo.

En septiembre del año pasado, la Casa Blanca publicó su listado anual sobre producción y trasiego de drogas. Ahí, se refiere que México controla el traslado de droga en los países centroamericanos (es la ruta para llevar a Estados Unidos la cocaína que se produce en Colombia).

Y aparecieron varios países latinoamericanos entre las 20 naciones con mayor tránsito y producción de narcóticos:

Colombia, las Bahamas, Bolivia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, Panamá, Nicaragua, Perú y Venezuela.

No se menciona a Argentina, ni a Brasil. Aunque según datos de la ONU, Argentina es el mayor consumidor de cocaína de América Latina, ya que la consume el 2.6% de su población. En Estados Unidos la cifra es de 3%.

Después de Argentina, según datos del World Drug Report 2010, el país de América Latina que consume más cocaína es Chile, con el 2.4%, seguido de Uruguay, con 1.4%.

Un artículo de opinión publicado este martes en el diario La Nación, señala que Argentina sigue los pasos de Colombia y México, en el tema del narcotráfico, aunque el problema todavía está en ciernes, en una escala mucho menor.

Camilo Uribe, integrante de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes de la Organización de las Naciones Unidas (JIFE), informó este martes que incluso Canadá tiene problemas en este sentido, porque "se ha venido perfilando como el mayor productor de droga sintética de las Américas".

Veremos hasta dónde se extiende la influencia de los cárteles mexicanos en todo el continente, mientras las autoridades no logren contenerlos. Del mismo modo, veremos hasta dónde las naciones “en desarrollo” siguen teniendo el papel de proveer droga a Europa y a Estados Unidos, absorbiendo todo el costo social.

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