Me han puesto muchos nombres: influenza porcina, gripe puerca, influenza humana, virus A H1 N1. Podéis llamarme como te dé la gana (menos Achufy! No mames). Lo interesante son mis apellidos: miedo, incertidumbre, cus cus, paranoia.

Nadie me ha visto, y, sin embargo, creen que estoy en todas partes. En la mano de tu madre, en las bubis de tu novia, en el Metro, en el Mercado. Incluso en el teclado que está enfrente de ti. Me atribuyen el don de la ubicuidad.

Muchos tratan de averiguar de dónde vengo. Algunos dicen que de Asia, otros hablan de Estados Unidos, o de México, de una pequeña localidad que se llama La Gloria y que está ubicada en Veracruz. No estaría mal ser jarocho. Algún día conocerán mi procedencia. No se me desesperen.

Lo que es cierto es que mi lugar favorito es la tierra del águila y el nopal. Ahí encontré mi zona de confort. La pobreza, las deficiencias del sistema de salud mexicano y las grillas internas que se trae este país, me cayeron como anillo al dedo. Claro que también me muevo por otras naciones. Pero a México ya lo llevo en el corazón.

Soy el hit del momento. El tema de moda. Hablan de mí en todos los programas de televisión, en la radio, en el internet, en las revistas y en los periódicos. Y así será en los próximos meses. Seguramente me incluirán en las listas de los más “influyentes”, junto al “Chapo” Guzmán, o junto a Carlos Slim.

Y eso que nadie me ha visto. Y eso que no compito por la presidencia o por una diputación. Y aunque sé que mi popularidad irá decayendo, porque poco a poco me irán combatiendo con sus retrovirales y con sus vacunas, al menos ya dejé huella.

En México, ya dejé varios muertos y puse en evidencia al sistema de salud. Además, provoqué que cayera el turismo. Hice que durante varios días cerraran restaurantes y cines. Les jodí un poquito más la economía. Les hice ver que no hicieron la tarea, que siempre viven al día, que no tienen infraestructura y que se gastaron los excedentes petroleros en puras pendejadas.

Quizá hasta les eché una mano (¿de puerco?) al encuerarles su realidad. Quién sabe. Por lo pronto, seguiré disfrutando mis últimos momentos de fama. Andy Warhol tenía razón. Seh. Por momentos me sentí más grande que Jesús.

3 Comments:

  1. tazy said...
    también provocaste que la gente le tenga más miedo a los chilangos y los apedreé.

    pero no tuviste jingle musical, porqué?
    ge zeta said...
    Ah qué verdades tan más grandes.

    Aprovecha tus últimos días de fama.
    Chok said...
    nah, que exageración, yo digo que no somos los más peores, no me gustaría enfermarme en argentina

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