Mi blog está en ruinas. Lo siento. La verdad es que no he tenido muchas ganas de postear.

Ya saben, me pongo emo. Por distintas razones. La principal: lo errático de mi vida profesional. Y errático es un eufemismo. Estoy frustrado. Molesto. Y no es culpa de la crisis. No. Soy yo quien ha tomado decisiones equivocadas. Ay.

Pero no quisiera volver a clavarme con ese tema. Basta de postos chillones. Quiero pensar que vendrán cosas buenas. Me he estado aplicando para que sea así. Mientras tanto, no me queda más que poner en práctica la máxima de Kalimán: serenidad y paciencia.

No todo ha sido malo en los últimos días. He hecho nuevos amigos. Ya he contado algunos detalles en Tuiterlandia (@gansotw). Twitter: otra de las razones por las que no he posteado. Soy adicto. Y me gusta.

Una de mis nuevas amigas es hardcorera vegetariana. Se rapa el cráneo ella sola. Sólo el costado izquierdo. Lo que le queda de cabello lo lleva siempre despeinado. Su apellido es indígena. Hay días en que no se baña. Es muy alegre. Al principio no me hablaba mucho. Ahora creo que nos llevamos bien. Hoy hasta me invitó una rock-aleta. Me agrada.

La otra amiga es la cara inversa. Es fresa, fresísima. Hoy dijo algo como que hay religiones bonitas. Como si hablara de cachorritos. Siempre saca frases así. Es muy amable. Tiene muy buenas bubis (jo). Estudia relaciones internacionales. Me agrada.

Siempre me ha costado trabajo hacer nuevos amigos. Como dice Coffee and TV, de Blur, sociability is hard enough for me. Por eso cuento lo anterior. Aunque parezca algo intrascendente. Es de las cosas que me han permitido sobrellevar la situación.

En fin, ya iré recuperando el ritmo bloguero. Por lo pronto, este post fue para ir soltando la tecla. Nos estamos leyendo.

 

Un día le pueden romper la crisma a algún automovilista o a algún peatón que ande en la lela.

¿Se imaginan el titular?:

“Muere reggaetonero de Neza aplastado por un poste de luz

Su acompañante, un morrito emo, perdió el testículo izquierdo”.

Sería lamentable.

Hace un rato me salí en la bici para recorrer la calle Valle del Yaqui, que está en la segunda sección de la Colonia Valle de Aragón, y tomarle fotos a los postes más deteriorados.

Casi en cada esquina encontré un ejemplo de lo que les digo.

Elijan su favorito:

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Para mí el más chido es que el está cerca de Valle Nuevo, frente a una clínica odontológica. Creo que es una especie de homenaje a la torre de Pisa.

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Autoridades de acá de Neza York, ya pónganse las pilas.

Arreglen los postes de luz.

Los encuentran en Valle del Yaqui, en la segunda sección de la Colonia Valle de Aragón.

Aunque de seguro hay muchos postes igual de jodidos en cada una de las colonias del Estado, de la Ciudad y del País.

Leí un fragmento de Dios es Redondo, de Juan Villoro, durante el turno en vivo de Golfo y Cuadros, poco antes de las 20 horas.

Me presenté como El Ganso, y luego di al aire mi dirección de Twitter: @Gansotw. A la gente le dio risa. Soy un autopromotor desvergonzado.

Después de mí, una señora leyó un texto en náhuatl. Hasta me lo dedicó. Yiuuuu. Le caí bien porque, mientras estábamos formados, me interesé por su libro de códices. Ella misma lo confeccionó. Le tomó 6 meses. Chido.

Antes de mí, una chava leyó un poema, y le tuve que sostener el micrófono para que sacara un silbatito chairo e interpretara una melodía chaira dedicada a los dioses chairos.

Tomé muchas fotos, sobre todo de La Reina Duende (locutora) (@shubidubi) (www.shubidubi.net). Me dio mucho gusto conocerla. Soy fan. La saludé de beso en el cachete. Otro yiuuu. Y ella se portó muy amable con todos. Y obvio, ya tengo mi foto con ella. Me creo mucho, y qué. Y estoy gordo, y qué. Y feo.

Mejor vean el resto de las pics:











Fue un buen día, con todo y triunfo de la Selección en contra de los gabachos. Just great.


En el futuro, quizá Twitter será recordado como el asesino de los blogs (y también como un gran proveedor de información sobre rosticerías. Pero más por lo primero).

Vamos a ponerlo así. Tuitear es como hacer stand up comedy. Vas, escribes algo gracioso, y de inmediato recibes risas, jitomatazos o el teléfono de la hermana de alguien.

Su efecto es inmediato.

Bloguear es como hacer bolillos (no encontré otra analogía). Te tomas tu tiempo para elaborar cada post. Procuras hacer algo más reflexivo. Y una vez que lo subes, tienes que esperar un tiempo para recibir opiniones (si es que llegas a recibirlas).

Su efecto es más retardado. Aunque también tiene sus ventajas. La más obvia: el espacio. Un blog te permite desarrollar una idea. Cachondearla un rato hasta que pueda dar de sí.

El Twitter es un rapidín. Una embarradita. Y no está mal. También tiene su encanto. Es todo un reto contar una historia, hacer un chiste o incluso una crítica con menos de 140 caracteres.

Lo malo, a mi parecer, viene cuando un medio empieza a excluir a otro. Como bloguero, dejas de subir postos porque prefieres tuitear.

Entonces llega el día en que alguien entra a tu blog y se da cuenta de que hay un texto sobre lo que odias de la Navidad. En pleno agosto. Ah, pero eso sí, en el Twitter ya subiste las fotos de tu prima en bikini, durante tus vacaciones en Huatulco.

Yo entraré a ver esas fotos, pero lamentaré que ya no peles tu blog (luego, volveré a echarle un ojo a las fotos de tu prima, las imprimiré y las pondré en el techo de mi alcoba, y luego…).

Es por ello que desde esta trinchera, niños y niñas, les pido que no abandonen su blogs. Tuiteros famosos, recuerden que el blog fue lo que los hizo ser lo que son ahora (¿ociosos con problemas de obesidad?).

No lo abandonen. De menos pongan fotos de sus primas en él. O suban videos de gatos tocando el piano. Pugnemos porque los blogs no tengan el mismo destino que el Fabuloso Fred. O que los tamagochis.

Ah y, por cierto, mi twitter es @gansotw y el de mi perro @PerroBenji

Jo.

El nuevo ejercicio de http://www.metatextos.com/ parte del tema El Sentido de la Vida, el Universo y todo lo demás. Está bueno, sólo que mi inspiración debe andar por Filipinas o por el Nevado de Toluca.

Hace un rato traté de escribir una historia con cierto sentido. Pero las cosas no fluyeron, me desesperé y me fui por el absurdo. El resultado lo pueden leer abajito. Tengo hasta el jueves para escribir algo de verdad.

Y para exterminar a las termitas que se están comiendo mi cuarto. Pero esa es otra historia.

JACOBO

El pueblo confiaba en Jacobo. Desde pequeño, incluso antes de nacer, había mostrado dotes de genio.

Cuentan que cuando estaba en la barriga de su madre, algunos familiares le preguntaban cuánto era 6 más 3.

Entonces bastaba con tocar el vientre abultado, para sentir que él respondía dando las pataditas exactas, lo que de inmediato le valió el ser considerado un niño prodigio.

A los 10 años, ya había inventado una máquina que igual servía para resolver raíces cuadradas que para fabricar sostenes o preparar albóndigas.

A los 15, ya había escrito su primer libro, un tratado sobre las ardillas y su valor filosófico en el Renacimiento.

Pero fue a los 20 cuando le anunció a sus conciudadanos que emprendería el proyecto más importante de toda su carrera: descubrir el sentido de la vida, el universo y todo lo demás.

Para lograrlo, se encerró en una biblioteca y pidió que nadie lo molestara, excepto para recibir los implementos necesarios.

Pidió cosas simples: comida, libros, monos de jade, unicornios, unas coreanas siamesas.

Hasta que una tarde, salió de la biblioteca con una barba de dos metros, una cara de haber leído toda la sección amarilla y un grave problema en la próstata.

- Lo tengo – dijo. Lo tengo- repitió.

Habían pasado 60 años.

Para ese entonces, casi todos sus contemporáneos habían muerto (excepto Raúl, el granjero, quien tan sólo había perdido tres cuartas partes del cuerpo en una carrera con zancos).

Así que su historia se convirtió en el chiste del momento. Lo invitaron a hacer televisión, un talk-show. También cine y una telenovela, con María Conchita Alonso.

Aunque, eso sí, su teoría sobre el sentido de la vida, el universo y todo lo demás fue publicada en Los Ángeles. Vendió muchísimo. Lástima que su agente le robó las regalías.

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