Iniciamos una nueva sección en la que cada viernes pongo una foto de una chava guapa, casi en pelotas, así como las que publican en varios periódicos nacionales.

Pero como en este blog no todo es lujuria sin sentido, además de la foto se incluirá siempre un texto "que nos haga pensar".

Porque ya saben, la gente que busca mujeres con los cachetes al aire también se preocupa por incrementar su capacidad intelectual.

Hoy empezaremos con un extracto de El Capital, de Karl Marx, y con una imagen de Adriana Lima, modelo brasileña.

ADRIANA PERA, LIMA, COMO SEA ESTÁ CHULA


"Las condiciones de la producción son, a la vez, las de la reproducción. Ninguna sociedad puede producir continuamente, esto es, reproducir, sin reconvertir continuamente una parte de sus productos en medios de producción o elementos de la nueva producción".

Karl Marx en El Capital


Todo empezó mientras yo viajaba rumbo a Pino Suárez en uno de los vagones de la Línea 1 del Metro.


Recuerdo que en aquel momento trataba de recordar un poema de Jaime Sabines, mientras que el vagonero vendía a todo volumen una ópera de Puccini...


Bueno, en realidad estaba sonando una rola de Timbiriche y yo iba mirando de reojo a una chava muy bonita, que tenía ojos como de canica bombocha y llevaba el pelito mojado, de esas que se acaban de bañar para ir a la escuela y todavía huelen bonito.


Estaba en eso cuando en la Estación de la Merced se subió uno de los personajes típicos del Metro de la capirucha: una señora gorda con bolsas.


En este caso, era una mujer que bien pudo ser tacleadora de los Empacadores de Green Bay o incluso Secretaria de Hacienda.


Tenía ancas y brazos enormes que le permitían ir cargando sendas bolsotas de sabritones. Por eso no le costó trabajo abrirse paso para entrar al vagón.


En cuanto la vi, dije: "chin, de seguro va a estorbar para bajarnos". Y en efecto, cuando me dispuse a descender en la Estación Pino Suárez ella se convirtió en un obstáculo difícil de sortear.


Poco antes de que se abriera la puerta, le dije: "señora, me da permiso para bajar". Ella ni se inmutó. Insistí: "Señora, por favor, déme permiso". Y ella seguía imperturbable, como un Buda.


Total que al momento en que se abrió la puerta, opté por agarrar un poco de vuelo y empujarla hasta que me diera chance. Pero aquella mole era infranqueable.


Volteó y se me quedó viendo feo, pero eso no fue todo, yo creo que pensó que me estaba propasando con ella porque empezó a decirme una sarta de leperadas, tantas que hasta me puse rojo y no supe qué contestar.


Cerraron la puerta del Metro y ya no pude bajar, así que como niño regañado me hice para atrás para esperar la siguiente estación.


Estaba muy avergonzado, también molesto, pero entonces volteé hacia donde estaba la chava de pelito mojado y me di cuenta de que se estaba riendo.


La miré y ella me hizo un gesto que decía algo como:. "ash, las señoras gordas con bolsas siempre estorban en el Metro".


Entonces ya no me sentí tan mal.


No sé por qué pero hace rato, cuando vi a una chava fumando, se me antojó (el tabaco, no la chava, aunque bueno)... imitarla, así que fui y me compré un Marlboro Laig.

No me pregunten por qué compré ese tipo de cigarro porque no distingo la diferencia entre uno laig y uno que no lo es.

Simplemente fui con la doña de las revistas y le dije con voz de hombre muy hombre: "deme un cigarro". "¿De cuál?" "Pues, de ese". Lo único que hice fue señalarlo con el dedo.

Lo interesante, al fumarlo, fue la sensación de estar haciendo algo nuevo, algo que incluso no es bueno para la salud, algo indebido, (qué malo soy, me parezco a Ned Flanders) pero que muchas personas hacen.

Me he dado cuenta de que los fumadores forman una comunidad solidaria que se reúne para disfrutar su placer prohibido en los patios o en los "corrales" que les asignan para poder tabaquear.

La verdad, a lo lejos, lucen muy tranquilos y felices, además de que en algunos casos hasta se ven cool.

En mi caso, la verdad es que estuve a punto de ahogarme y el sabor no me latió para nada. Así que obvio, no pude disfrutarlo, y no me vi nada cool, al contrario.

Una chava que estaba frente a mí se percató de mi tos de fumador inexperto, y clarito vi que se mofó de mi triste aspecto.

No era para menos, porque seguro lucí ridículo.

Ah y sí, ya saben, el tabaco causa enfisema pulmonar...



El fin de semana pasado La familia Ganso tuvo que enfrentar otra vez una situación complicada, aunque finalmente las aguas volvieron a tomar su cauce habitual.

Incluso creo que estas dificultades sirvieron para que revaloraramos muchas cosas.

Al menos a mí me hizo pensar que más allá de cualquier cursilería el tener una familia (entiéndase primos, tíos, abuelitos y hasta el perro) unida te hace menos vulnerable ante cualquier eventualidad.

También estoy muy satisfecho por la evaluación del taller, porque la Karyfriend me prestó La insoportable levedad del ser, porque llevo 18 días sin beber (ja, suena como si fuera un alcohólico anónimo) y porque mi inspiración erótica de la juventud se puso bien buena otra vez (hablo de la Bricney, of course).


Excelentes razones para estar feliz.

Tardé tres semanas en leer las casi mil páginas de esta novela escrita por Haruki Murakami, pero cada una de esas noches de lectura después del trabajo valieron mucho la pena (ni me dolió perderme las películas puercas que pasan bien tarde en el Golden Choice 2) .

Mis expectativas respecto a esta historia eran muy altas porque antes ya había leído Tokio Blues, escrita por el mismo autor japonés.

Y aunque desde mi muy humilde punto de vista Crónica del Pajarraco no supera a TB , creo que también tiene lo suyo.

En ningún momento me sentí defraudado.

Digamos que es como fajotear con una rubia o con una morena, son distintas, aunque a la mera hora tienen los mismos elementos que te hacen disfrutar.

Me explico.

La Crónica del Pájaro que da Cuerda al Mundo arranca cuando Tooru Okada se encuentra preparando espagueti y recibe una llamada de una mujer bien jariosa que quiere que le digan cosas guarras (ella le dice que tiene las piernas abiertas y que su sexo está “como mantequilla caliente derretida”).

Luego de este incidente, Tooru se saca mucho de pedo, pero su desconcierto crece todavía más cuando su esposa, Kumiko, huye de casa por razones que no explicaré aquí.

Lo último que recuerda de ella es su espalda blanca y suave al momento en que le ayudaba a subir el cierre de su vestido.

De ahí parte el conflicto de esta novela.

Tooru busca afanosamente a su esposa y pasa por toda una travesía que incluye a May Kasahara, una morra de 17 años que trabaja para una fábrica de pelucas y que se la pasa pensando en la muerte y sus consecuencias en la vida.

Tanto en Tokio Blues como en La Crónica del Pájaro hay un protagonista masculino que obviamente representa al propio Murakami.

Estos personajes centrales (Tooru Okada y Toru Watanabe, nombres parecidos ¿verdad Karifriend?) tienen a su alrededor a féminas que determinan gran parte del relato.

La semejanza entre Midori, de Tokio Blues, y May Kasahara, de la Crónica del Pájaro, me parece evidente.

Las dos están medio zafadas, pero al mismo tiempo son espontaneas y libérrimas, además de que tienen cierta fijación por desnudarse a la menor provocación (recomiendo la parte en la que May se quita la ropa para “mojarse” las tepalcuanas con la luz de la luna, esto mientras observa “la sombra de sus lágrimas”).

Ahora, en cuanto a las diferencias entre ambas novelas, pues en primer lugar resalta la extensión de las mismas.

En la Crónica del Pájaro, Murakami se da tiempo para soltar todo su debraye y establecer un mundo alterno en el que fluyen historias paralelas como la del teniente Mamiya, quien observa cómo despellejan vivo a uno de sus compañeros de milicia.

Además el relato está permeado por situaciones que le encantaría presentar a Carlos Trejo, ya saben, cuestiones del tipo “paranormal”, lo que contrasta un poco con el realismo que percibí en Tokio Blues.

Y bueno, creo que este post ya es kilométrico así que hasta aquí le paro.

Obvio recomiendo mucho esta novela, tiene imágenes muy chidas, como esa de que Tooru se sentía triste y solo, como una lechuga en el fondo del congelador. Ja.

Si alguien quiere que le preste el libro, nomás me avisan y ya.

El único requisito es que me presten uno a cambio.

Ay nos vidrios hasta mañanita.

BONUS TRACK...

Y ya que hablamos de la tierra del sol naciente... encontré un video en el que una chica japonesa dobla y finalmente rompe un tenedor con el trasero. No digo más. Chequen:


www.Tu.tv

Hace un rato, cuando iba en el metro, una venerable anciana iba despotricando contra la juventud actual.

Decía cosas como:

- Es que antes había civismo, no como ahora que los jóvenes no dan el lugar en el Metro y hasta te empujan para ganarte el asiento.

Un par de ancianitas asentían al escuchar su diatriba.

- Y es por culpa de la caja idiota, de la tele, por culpa de esas novelas como Corazón Salvaje, o la de Sangre en el Fuego (ja), esa cosa, que ya meten a cualquiera ahí, hasta al hijo de Vicente Fernández.

(Y eso que no le gusta eh, pero bien que se sabe el reparto)

- También está esa otra porquería de Los Simpson, pura sangre y malas palabras, por eso los niños ya no respetan a nadie.

(Chale, ¿como compara a Los Simpson con la novela de Sangre en el Fuego?)

Después, la dama de cabellos de plata empezó a decir que también es culpa de las muchachas que nomás abren las patas para tener a sus hijos y luego no los educan.

La doña se puso bien heavy. Yo nomás contuve la risa.

Días antes...

Iba yo cruzando un puente peatonal para llegar al Metro San Lázaro cuando, momentos antes de pasar a mi lado, una chava bien barrio que iba acompañada por su amiguita me dijo algo como: “carne fresca, pero mira nada más qué guapo eeeeeeh...”.

¿Realmente me habían piropeado?

Yo ni volteé a mirarlas pero alcancé a escuchar que iban ji ji ji mientras caminaban.

El asunto me confundió.

Digo, yo iba de tacuche y todos sabemos que eso levanta, pero lo más seguro es que la morra tuviera problemas de la vista o de plano iba bien alcoholizada.

De cualquier forma, me convencí de que no estaría mal que hubiera mujeres que se dedicaran a la albañilería.

¿Apoco no sería divertido pasar frente a la construcción y que te empezaran a gritar guarradas?

Por cierto, lectoras (o quizá lectores) de este blog, ¿ustedes alguna vez han piropeado a un hombre?

¿Y qué le han dicho?

Suelten el chisme.

Creo que estoy enamorado de una chica Banamex

Es tan linda ella, con su no más de 1.65 de estatura, su trajecito sastre reglamentario y su colita de caballo hasta la cintura.

Siempre que paso a su lado, inevitablemente me sonríe y me empieza a hacer la plática para convencerme de los beneficios de adquirir una tarjeta de crédito.

Yo sólo miro embelesado sus ojos color tamarindo mientras ella habla y habla sobre tasas de interés, cartera vencida, comisiones y demás términos financieros.

All salir de sus labios, toda esa terminología se escucha como si me estuviera recitando la letra de una canción de Nigga en su romantic style.

Obvio seguiré haciéndome el tonto para que me siga dando más información sobre los productos que ofrece...

Y pus ya, fin del posto. Más detalles en los próximos episodios.

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