La Casa del Ganso

Lo cual no quiere decir que les haya mentido. Papá ganso sigue en busca de un empleo y la zozobra nos sigue picoteando el lomo como pájaro carpintero dopado con Red Bull. Sin embargo hemos tratado de ponerle un piquete de ojos a la adversidad y de paso administrarnos unos pasones de optimismo, tanto así que mi progenitor optó por conservar el Internet confiado en que muy pronto las aguas retomarán su cause tan desmadrado.

Les confieso que el domingo, cuando mi padre me habló de sus problemas en el trabajo, me sentí muy abatido y al mismo tiempo encolerizado. No sé con quién, si con la vida, con Dios, con Chabelo o conmigo mismo. Creo que fue más bien lo último, ya saben, por eso de que no he podido colaborar con un poco de plata y por que en general pienso que podría dar más de mí.

Sin embargo en el transcurso de los días, entre tantas cosas que hay que hacer en casa y muchos mensajes de apoyo (gracias gente), fui tomando una nueva perspectiva de la situación. Tanto así que a estas alturas podría decir que estoy contento, más tranquilo, consciente de que más vale levantar los puños antes que sucumbir y cortarse las venas con un corta-uñas chino.

En esas ando, y espero seguir así el mayor tiempo posible. Por ahora los dejo no sin antes felicitar a todos los repartidores de pizza porque todos sabemos que el 14 de febrero es su mero día. Gracias señores (¿conocen a alguna repartidora?), sin ustedes el mundo sería como una hawaiana sin piñitas ni jamón.

OJO: Si alguien les dice que hoy es el día de del amor y la amistad por favor denúncielo con el doctor Simi. Los repartidores de todo el mundo se lo agradecerán.