La Casa del Ganso

Acabo de ser víctima de una broma que sólo pudo ser planeada por la mente siniestra de una delincuente juvenil.

Estaba yo soñando con modelos tailandesas cuando sonó el teléfono y mi madre buena tuvo a bien contestar.

Desperté en ese momento, me limpié la baba que se me acumuló en el cachete y pensé “¿qué onda, quién será?”

-Ganso, te hablan- me dijo mi mamá.

-¿Quién es?

-Margarita.

-¿Uh?

Tomé el teléfono. Era una voz de mujer, sonaba un poco emo, pero la verdad no me pareció conocida.

-¿Ganso?

-Sí.

-Hola, habla Margarita, ¿te acuerdas de mí?

PAUSA.

Este fue uno de esos momentos en los que la ratita de tu cerebro dice “ah chingá, y esta morra quién es”. Y como nomás no logras ubicarla, decides hacerte wey hasta que obtengas más datos.

-No, no me acuerdo de ti. ¿De dónde te conozco? ¿Margarita, verdad?

-Sí, soy Margarita. Me conociste en el Dober (conocido bar nezatlense), ahí me diste tu número…

Momento de duda: ¿estaba tan borracho que ya no me acuerdo de haberle dado mi número a una tal Margarita? Ps igual…

Entonces lo mejor era seguir haciéndome wey, porque una parte de mí también pensó algo como “a huevo, soy bien galán y la chava me llamó casi un siglo después”. Porque hace un buen que no voy al Dober.

-En el Dober eh, ¡ah claro, Margarita! Sí, creo que ya me acordé. ¿Qué onda, cómo has estado?

-Bien.

- Oye, pero se me hace raro que me llames, después de tanto tiempo.

-Sí, es que, me enteré de que triunfaste en la vida.

- ¿Cómo?

- Sí, me dijeron que ya trabajas en el Reforma…

Otra laguna mental: ¿a quién diablos le había contado que estaba en el taller de Reforma? A nadie del Dober, ¿o sí? ¿A margarita? ¿Uh? Pero ya saben, el perro que todo hombre lleva dentro me nubló las ideas y en uno de esos debrayes llegué a pensar algo como: ok, no tengo ni idea de quién es, pero si le di mi fon, seguro es bonita, y si me habló es que algo quiere, y los hoteles de Tlalpan son econó… bueno, no llegué a tanto.

- No, no tanto así, todavía no trabajo en el Reforma, pero intent…

- ¿Ganso?

- ¿Sí?

¿No sabes quién soy?

Respondí inocente.

- ¿Margarita?

- ¿Neta no sabes?

-¿Uh?

- SOY ELIZA...

¡ZAZ!

Pueden llenar el espacio de arriba con un cúmulo de risas burlonas que esta joven bloguera me hizo llegar a través del teléfono. La neta es que sí caí, caí redondito. Jajaja. Me la aplicó. Ni hablar. Me puse de a pechito y ella aprovechó la oportunidad.

Pero juro que buscaré venganza, tal como lo hizo Bart Simpson al agitar de a madres la cerveza de Homero en el día de los inocentes. Aguas Eliza, nomás te aviso… Y en cuanto a Margarita, fue bueno imaginarla durante unos minutos. Yo la visualicé más o menos así…