Hubo un domingo en que, de repente, los burros aprendieron a tocar la flauta. Las putas cerraron las piernas. Los hombres ya no mintieron. La tele se hizo sabia. Hubo amor en lugar de odio. Los zombies comieron verduras. Varios vampiros donaron sangre. En México reinó la concordia. No hubo disparos, ni ejecuciones. Y los políticos de todo el mundo actuaron con sensatez.

Extraño, todo fue muy extraño a lo largo de aquel domingo, según se lee en los diarios que circularon el día después, cuando todo volvió a la normalidad, y la gente siguió muriendo asesinada por no pagar sus drogas, o por pensar diferente.

Normal

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